DIA DEL DIRIGENTE
DEPORTIVO
Un día como hoy, 14 de mayo, pero de 1969, José
"pepe"Amalfitani, el más Grande dirigente deportivo de la Argentina,
entraba en la inmortalidad, maestro mayor de obras, periodista y dirigente del
club Vélez Sarfield, nacido en 1894.
José “Pepe” Amalfitani, presidente de Vélez
Sársfield en dos etapas: 1923-1925 y 1941-1969, que se transformó en un modelo
de honradez y rectitud moral que marcó un camino a seguir a futuras
generaciones.
Tiempo después, la AFA (Asociación del Futbol
Argentino) decidió instaurar ese día, como el día del dirigente deportivo en su
honor
Don Pepe, Tano, José como era conocido nació el 16 de junio de 1894 en pleno centro
porteño: Callao y Corrientes.
Se mudó de chico a Villa Luro, y enseguida se
enamoró del barrio y de su club.
Ingreso como socio de Vélez Sarsfield el 7 de
febrero de 1913.
Mientras aportaba esfuerzo, horas y dinero a su
querido Vélez; el “Tano”, maestro mayor de obras; era propietario de un
corralón de materiales en Rivadavia 10099, estuvo al frente de un café en
Floresta, incursionó en la política como candidato a concejal por el Partido
Demócrata Progresista aprovechando su encandilante oratoria, y fue periodista
de la sección deportes del diario La Prensa, puesto que abandonó un año
después, legándoselo a su amigo José Lebrón, quien ironizaría y daría con una
frase cabal demostración del fuerte genio del dirigente y a su vez del enorme
valor que tenía para Vélez. “Me pidió en la forma suave y académica que lo
caracteriza que lo sustituyera”, y agregó, “El periodismo perdió un mediocre
cronista pero el deporte ganó al directivo más capaz y visionario con que ha
contado en todo el sigloXX”.
Fue presidente de Vélez entre 1923 y 1925, pero
se enojó con algunas pares de comisión directiva, por no llevar a cabo algunas
obras e ideas que tenia proyectada para el club y dejó la tarea directriz.
Y en otras funciones, se dedicaba a ser un mero
hincha de futbol, y hasta tuvo tiempo de incursionar en la política nacional.
A 30 años de su fundación y en el peor momento
del club, Vélez Sarsfield pierde por única vez la categoría, a manos de un
arreglo entre independiente y Atlanta (este último era el que debía descender)
y se dejo ganar el quipo de Avellaneda originando uno de los bochornos mas
grotescos de la historia del futbol Argentino.
Con el equipo en 2da división, el inminente
desalojo del predio que tenía el club y cargado de deudas, un grupo de socios
se apersono a dialogar con Amalfitani en su domicilio a lo que escucharon “Veo
sus caras afligidas por la situación y han creado un clima de velatorio, pero
yo no voy a asistir al entierro de Mi Vélez querido, mientras el club tenga un
solo socio, permanecerá de pie, un equipo que lucio su divisa honrosa y
gloriosa por todo el continente no puede terminar de esta manera".
Precisamente el 26 de enero de 1941 ganó las
elecciones y pidió a los miembros de la comisión directiva acompañar el aval
por las deudas para frenar el remate del club, en principio sólo él se
responsabilizó con su patrimonio personal y posteriormente se fueron acoplando
otros integrantes de la comisión como Antonio Marín Moreno. El pasivo en esa
época ascendía a los 40.000 pesos, se encontraba embargado por otros 100.000
pesos y, además, pendía un juicio de desalojo sobre la cancha. En el acta
firmada el 1 de noviembre de 1941, se cita:
"El señor José Amalfitani (decía el punto
séptimo del convenio), por derecho propio, no ya en representación del Club
Vélez Sarsfield, toma a su cargo, como deuda principal, la obligación de
efectuar por cuenta del club la construcción de cercos y aceras, también la
obligación de pagar indemnizaciones en el caso de mora. El señor José
Amalfitani se constituye como fiador, en carácter solidarlo, como principal
pagador, de todas las obligaciones del Club Vélez Sarsfield desde la firma del
presente convenció entendiéndose expresamente que el Incumplimiento de una
sola, cualquiera de las cláusulas de éste, autoriza a los acreedores a exigir
el total de la deuda"
Su primera gran obra a cargo de la presidencia,
fue el traslado de las instalaciones desde Villa Luro, a donde se erige hoy el
actual estadio y club.
Aquel solar era una ciénaga espantosa. Era
imperioso rellenarla. Como la Municipalidad trabajaba en el entubamiento del
arroyo Maldonado, sobre la avenida Juan B. Justo circulaban constantemente
camiones sacando tierra. Pepe montaba guardia, detectando los vehículos que
venían desde General Paz. Acompañado por otros socios, impartía instrucciones
con su habitual vehemencia.
Sus gritos se escuchaban a la distancia: “¿Y vos
que hacés acá? ¡Andá y párate en esa esquina, otario!” otras dulzuras:
“¡Apúrate que se nos escapan los camiones, carajo! Una vez que frenaban un
camión con tierra, convencían al camionero para que dejara la carga en el club.
Cuando algún transportista reclamaba un mango, Amalfitani los aflojaba
diciéndole: “Mirá, estamos haciendo la nueva cancha de Vélez. Vos vas a tener
platea gratis para toda tu familia ¿Cómo te llamás?”
Algunos le creían, otros no. Pero todos dejaban
la tierra para rellenar la ciénaga.
Las historias épicas se sumaron de a pares.
Amalfitani solía organizar bailes. Era una excelente oportunidad para sumar
ladrillos en forma no convencional.
En alguna oportunidad, Pepe se percató de la
presencia de un importante comerciante del barrio, dueño de un inmenso corralón
de materiales. Cuando le tocó subir al escenario, el Presidente pidió un fuerte
aplauso “para el señor González, próspero comerciante del barrio, que con su
generosa donación de cinco mil ladrillos engrandece a nuestro club”.
Ante los aplausos generalizados, al bueno de
González no le quedó otro remedio que levantarse de su silla, saludar, y
arrimar a la brevedad los cinco mil ladrillos a la sede del club.
“Menos plata podemos prometer cualquier cosa,
siempre que nos ayuden con la cancha”. Esa fue su filosofía. Cuando algún socio
tenía ganas de ayudar le decía: “¿Trajiste los brazos? Bueno, úsalos. Mirá,
¿ves esos tablones? Hay que separar los que no sirven”
Una vez construido el estadio, sus instalaciones,
conjuntamente con la compra de los terrenos de la calle Barragán (donde se
edificó el campo deportivo del club), muchos hinchas y socios creyeron que era
el momento de pelear por la gloria deportiva. La respuesta de Amalfitani fue
concluyente: “Si quieren campeonatos, háganse de Boca”. Pepe entendía que
formar un plantel para pelear bien arriba los torneos frenaría el pujante
crecimiento del club en su faz social.
“Los ladrillos son más importantes que los
campeonatos” declaró a comienzos de los ´60. En 1967, cuando el estadio ya era
una mole de concreto, Don Pepe reflexionó: “Si nosotros decidiéramos salir
campeones, podríamos hacerlo, pero jamás tendríamos el estadio que actualmente
disfrutamos”
Cumplió el gran desafió que se propuso,
desarrolló una tarea titánica, una gesta inolvidable. Si no hubiera existido
habría que haberlo inventado. Nunca se tomó una tregua. Llevó al Club de barrio
a una situación de privilegio, la pileta de natación, la sede, los gimnasios,
el comienzo de numerosas actividades deportivas y culturales: Patín, Bochas,
Natación, Boxeo, Folklore, Básquet, Cestobol, Pesas, Vóley, Ajedrez; los
balances superavitarios y los más de sesenta mil carnés que transfirió a sus
herederos fueron muestras claras de un crecimiento sostenido.
Ya con la enfermedad que se reflejaba en su
cuerpo, la Asamblea de representantes impuso el nombre de José Amalfitani para
nuestro estadio el 10 de noviembre de 1968, y un mes más tarde Vélez lograba su
primer título máximo en el fútbol profesional.
Dejo la frase más importante que hoy mantiene en
espíritu al club “-cada chico que entra como socio, es un campeonato ganado-“
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UNA DE SUS ANECDOTAS:
Una tarde de 1964 un grupo de hinchas le criticó
a Amalfitani un supuesto desinterés deportivo. Amalfitani le señaló la platea
alta de la avenida Juan B. Justo, que estaba en construcción. A los hinchas
poco les importó. El reclamo se hizo insoportable. Amalfitani, dueño de un
carácter hosco y dificil, cortó la discusión a los gritos: “¿Quieren salir
campeones? ¡Háganse hinchas de Boca! ¡Este es un club!”.
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